Las facilidades incluyen:

Formar Junta Administrativa con el cura párroco como presidente; el señor alcalde-vicepresidente; Don León Lefebre- 1er vocal síndico; Don Lorenzo Vizcarrondo- 2do. Vocal y Don José Gabriel Quiñones- 3er vocal.

La Junta fue aprobada el 1ro de marzo de 1857, pero su primer informe no se hizo hasta el 6 de noviembre de 1861.

A pesar de que la municipalidad tenía listo el presupuesto inicial para la obra, los preparativos de planos no fueron iniciados hasta que se dio este primer informe.

Preparó los planos Don Lorenzo Vizcarrondo Mogrand, el hijo ilustrísimo de nuestro primer alcalde.

Antes, el 9 de junio de 1860, Don Luis Quitián se había comprometido a llevar a cabo la construcción imponiendo que su trabajo se le pagara a 4 peso la vara cúbica.

¿Quién debía acarrear con los gastos? Los vecinos argumentaron que ellos no se habían comprometido. De acuerdo a las leyes vigentes, las edificaciones de las iglesias parroquiales tenían que hacerse a costas por terceras partes. Rey, vecinos e indios. Se alegaba que los 12,000 pesos que el Artículo 34 de la Real Cédula del 23 de abril de 1858 establecía que dicha cantidad se asignara para la reparación o edificación de iglesias, dinero que la municipalidad reclamaba. El Gobierno Central resolvió que si bien es cierto que la Real Cédula proveía fondos, esto no aplicaba a Carolina, dadas las condiciones que le fue conferida la merced de fundar un pueblo. Hubo un compromiso de unos vecinos de sufragar todos los gastos de los edificios públicos, si realmente querían erigir un nuevo pueblo. El proyecto para la construcción de la Iglesia de San Fernando se aprobó el 24 de diciembre de 1857, pero el comienzo de la obra no empezó hasta el 1860 bajo la dirección del Ingeniero Don Antonio Quitián, porque varios vecinos rehusaron aportar a las obras iniciales. Dos años después quedan paralizadas las obras por falta de fondos. Los vecinos se habían quejado al Superior Gobierno, que ordenó el pago terminando así la queja de los vecinos.

En 1865 se reanuda la construcción, se edifica la cúpula, techo, ventanas, vidrieras, portones, puertas, cubiertas. La falta de remesas vuelve a paralizar la obra quedando la nave principal y las otras dos sin cubrirse. Don Lorenzo Vizcarrondo prepara un nuevo presupuesto para la terminación de la obra, éste alcanzaba la suma de 12,400 pesos con 77 centavos.

En 1868 el Municipio de Carolina volvió a interesarse en que se reanudaran los trabajos conducentes a la terminación de la iglesia. El ingeniero Don Antonio Quitián propuso que la cubierta fuera con láminas de cinc, que las bóvedas esféricas y arcos se pintaran formando recuadros al igual que la Catedral de San Juan, que en los rechines podrían simularse atributos religiosos y el resto de las bóvedas se pintaran de un color uniforme, altares en armonía con el conjunto del edificio. En el altar mayor, una sola cruz de madera sencilla para evitar un recargado de imágenes y columnas que según Quitián, eran de mal gusto.

El nuevo presupuesto ascendió a 7,359 pesos más un 155 adicional para un total de 8,462 pesos. Don Antonio Quitián dio 8 meses como plazo para la terminación. Para el mes de julio Don Evaristo de Chimucá, jefe del Cuerpo Nacional de Caminos, Canales y Puertos del Distrito Oriental de la isla, certificó que el contratista Don Luis Quitián efectuó la obra de construcción tal como especificaba el plano. El altar mayor quedó terminado con el presupuesto especial de 999.91 escudos, hacia comienzos del 1870 por Don Luis Quitián.

El 9 de febrero de 1870 quedó inaugurada en medio de un gran júbilo. Un año después, el entonces alcalde Juan Machicote y el Presbítero Don José María de Valldejuly le pidieron al Previsor de la Diócesis de Puerto Rico la cesión del Cristo de los Ponce para ser instalado en la iglesia, ya que se acercaba Semana Santa y el pueblo carecía de un cristo. Es la iglesia de San Fernando el más lindo ejemplo de edificio neoclásico del siglo XIX en Puerto Rico y hoy es venerada como el primer monumento histórico de Carolina.